jueves, 3 de abril de 2008

La Illa

La Illa de Ons fue durante cinco años mi destino preferido de vacaciones. Luego en los dos últimos veraneos me decidí a explorar otros lugares hasta esta Semana Santa que me propusieron volver allí. En un principio pensé que no, luego dudé y pensé que sí, luego me lo volví a plantear por el mal tiempo que se avecinaba para toda la península en aquellos días y luego animada por los demás me decidí a regresar. Con bastante pereza y a un ritmo estresante a la vez, curiosa coincidencia, me puse a preparar y seguidamente supervisar todo lo necesario para una acampada lo mejor posible y es que si los años no pasan en balde como bien se dice, también es verdad que cada vez nos hacemos más cómodos y procuramos que las cosas salgan lo mejor posible. Así que dejando a un lado los pormenores que siempre reiterando, son menores, me puse manos a la obra en mirar si tenía suficientes piquetas, airear el saco, pilas para la linterna, chubasquero, preparar algo de comida, billetes de bus, etc, etc, etc. Y una vez allí se me pasaron las prisas, olvide el ruido, la contaminación, el trabajo, la tele, el asfalto,… la civilización, dicho en una palabra. Y me sumergí de lleno en los paseítos por la Illa, en pasar tiempo en playas de arena blanca y mar azul, con la única compañía de las gaviotas que majestuosas, descendían para beber o para aposentarse en las rocas cercanas a la orilla. El ruido del mar era el único entonces el que me acompañaba y yo me dejaba mecer por el vaivén de las olas del atlántico.

Las noches en el Checho siguen siendo mágicas. Nos acomodamos en largos bancos de madera que a mí siempre me recuerdan a los de la iglesia junto a las también largas mesas de madera y allí nos sentamos todos, da igual si mezclados con amigos o resto de campistas, allí todo es de todos. Y acompañados de una buena Estrella Galicia, licor café o ron la música de la gaita, unas veces sola y otras junto a otros instrumentos, hacen sonar melodías junto al puerto de Ons. Como tampoco hay hora ni tenemos prisa en subir a dormir la noche continúa acompañada de risas, bailes y melancolía. Porque si esta Isla da mucho una de las cosas que más da es la melancolía a todos los que un día la pisaron y a no dejarse olvidar tan fácilmente.


1 comentario:

Juanjo Cotrina dijo...

Que pasada de isla! A ver si repetimos
Muack!!!!!!