miércoles, 16 de abril de 2008

Síndrome Premenstrual

Digamos que es aquel síndrome que afecta a las mujeres de edad fértil en los días previos al ciclo menstrual provocando alteraciones de carácter que suelen no pasar desapercibidas.

Y sí, yo hoy tengo el síndrome premenstrual. Trato de no darlo demasiada importancia y que no afecte mi actividad del día a día pero es complicado porque lo notas, lo sientes, está ahí y no sabes cómo hacerlo frente porque de repente radias alegría y al minuto siguientes tienes ganas de linchar a alguien sólo porque te ha dicho algo que hoy, precisamente hoy, no es el día apropiado. Así de radical y de contundente.

Y de pronto llegas a casa y te dan ganas de ponerte a llorar aunque tampoco tienes muy claro por qué si has tenido un día de lo más normal y además, empieza la primavera, hace calorcito y no te falta de nada. Pero te apetece llorar… y estás hinchada como un globo y te duelen los riñones y piensas ¿cómo he podido aguantar todos estos años con este suplicio cada mes? Y lo que es peor, todo lo que me queda,… me tomo un Ibuprofeno por necesidad porque hay algo bajo tu estómago que te revuelve las tripas sin miramiento alguno y ya no sabes cómo aguantar el tipo así que después te vas a la cama a retorcerte e intentar quedarte en una única posición, aquella en la que los dolores sean menores y por lo menos puedas pensar en algo más que en este maldito día.

jueves, 3 de abril de 2008

La Illa

La Illa de Ons fue durante cinco años mi destino preferido de vacaciones. Luego en los dos últimos veraneos me decidí a explorar otros lugares hasta esta Semana Santa que me propusieron volver allí. En un principio pensé que no, luego dudé y pensé que sí, luego me lo volví a plantear por el mal tiempo que se avecinaba para toda la península en aquellos días y luego animada por los demás me decidí a regresar. Con bastante pereza y a un ritmo estresante a la vez, curiosa coincidencia, me puse a preparar y seguidamente supervisar todo lo necesario para una acampada lo mejor posible y es que si los años no pasan en balde como bien se dice, también es verdad que cada vez nos hacemos más cómodos y procuramos que las cosas salgan lo mejor posible. Así que dejando a un lado los pormenores que siempre reiterando, son menores, me puse manos a la obra en mirar si tenía suficientes piquetas, airear el saco, pilas para la linterna, chubasquero, preparar algo de comida, billetes de bus, etc, etc, etc. Y una vez allí se me pasaron las prisas, olvide el ruido, la contaminación, el trabajo, la tele, el asfalto,… la civilización, dicho en una palabra. Y me sumergí de lleno en los paseítos por la Illa, en pasar tiempo en playas de arena blanca y mar azul, con la única compañía de las gaviotas que majestuosas, descendían para beber o para aposentarse en las rocas cercanas a la orilla. El ruido del mar era el único entonces el que me acompañaba y yo me dejaba mecer por el vaivén de las olas del atlántico.

Las noches en el Checho siguen siendo mágicas. Nos acomodamos en largos bancos de madera que a mí siempre me recuerdan a los de la iglesia junto a las también largas mesas de madera y allí nos sentamos todos, da igual si mezclados con amigos o resto de campistas, allí todo es de todos. Y acompañados de una buena Estrella Galicia, licor café o ron la música de la gaita, unas veces sola y otras junto a otros instrumentos, hacen sonar melodías junto al puerto de Ons. Como tampoco hay hora ni tenemos prisa en subir a dormir la noche continúa acompañada de risas, bailes y melancolía. Porque si esta Isla da mucho una de las cosas que más da es la melancolía a todos los que un día la pisaron y a no dejarse olvidar tan fácilmente.