martes, 27 de noviembre de 2007

Persépolis

Persépolis es una película de animación estupenda. Llegue al cine llena de dudas y salí profundamente convencida de que ha sido una de las mejores películas que he visto en mucho tiempo. De Marjane Satrapi, la película es autobiográfica y cuenta la vida de la autora en su país natal, Irán, cuando a finales de los setenta se instaura el fanatismo islámico. A través de la pequeña Marji vemos los cambios hacia los que va desembocando el país, cómo una cultura se va viendo desplazada, y cómo la libertad está limitada hasta límites insospechados. Marji va creciendo dándose cuenta de todo lo que acontece a su alrededor.

Con unos valores envidiables la película es espectacular sencillamente. Cargada de sentimientos y principios increíbles engancha desde el primer momento narrando la historia de una manera rápida y sin dejar de tener su ápice divertido pese al drama que esconde.

Una muy buena recomendable elección para una tarde de domingo de invierno.

Llueve

Hoy llueve y el día es tan gris que parece que nunca más va a volver a salir el sol. El cielo está tapado por una nebulosa mitad blanquecina mitad grisácea que consigue oscurecer las horas de la tarde. A mí consigue adormecerme. Y es en estos días cuando lo que más me suele apetecer es quedarme tranquilita en el sofá con una mantita. Y no hacer nada más. Y así, arrebujada en la manta azul de pelito, mirar a través de la ventana desde donde la calle se ilumina a base de tenues farolas amarillentas que le dan cierto aire de fotografía antigua.

Las horas se deslizan al igual que las gotas que alcanzan el cristal de la ventana y van cayendo hacia abajo de la misma forma en que las horas, pequeñas o grandes nociones de tiempo, van muriendo.

martes, 13 de noviembre de 2007

Granada

Granada cautiva. Es tan hermosa que invita a quedarse a vivir en el Albaicín y olvidarse de la realidad cotidiana por un tiempo mientras subes y bajas cuestas rodeado por casitas blancas con jardines de olor a jazmín y pasar largas tardes en el Mirador de San Nicolás recreando la vista y aspirando el encanto de la Alhambra con toda la ciudad a sus pies. Como si fuera la última vez que fueras a verla.
Los atardeceres son mágicos desde las cuevas, al igual que el flamenco que se vive cada noche en tablaos prestados para ello, con un cante, toque de palmas y guitarreo que despierta mi más sentida admiración poniéndoseme la carne de gallina.
Las tardes soleadas de noviembre se pasan en la calle recorriendo la ciudad encontrando terrazas en el camino, con el tapeo típico conocido y que ha ganado una muy buena y bien ganada fama. La catedral, tan majestuosa siempre, se alza para todos dándonos paso a la Alcaicería, calles angostas y enigmáticas que conforman una lonja histórica abarrotada de mercancías artesanales y tradicionales.

La melancolía se despierta atravesando el Paseo de los Tristes al lado del río Darro, pequeño pero de caudal constante del que se dice que tenía oro. Un paseo seguro inolvidable.