miércoles, 26 de diciembre de 2007

Navidad

En estos días de fiestas con el invierno recién inaugurado, de opulentas cenas familiares acompañadas de suculentos manjares, de alegría y buenas intenciones para con todo el mundo, de celebraciones con champán por un nuevo año mejor, todo sin descuidar claro está ese consumismo que en estas fechas suele dispararse por parte de todos, yo recuerdo aquellas otras navidades blancas de años atrás con chimeneas humeantes bajo un cielo blanco a juego con las casitas bajas de mi pueblo; del típico aguinaldo con niños y panderetas cantando villancicos, de belenes de siempre con las figuras de siempre, de la ilusión con la que se duerme la noche del 6 de enero,… en fin, de otras cosas.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Hoy poemas

Un par de poemas de la cosecha de este año
que está a punto de finalizar, ¡brindemos porque en el 2008
haya más!

hOy

Agacho la cabeza y miro para otro lado.
Hoy no estoy para complicaciones.
Hoy va a ser un día para dedicarme,
en homenaje a mí y a todo aquello
que hace que me levante con fuerzas
las mañanas frías del invierno.

Hoy cerraré los ojos a lo que no quiero,
a aquello de lo que no sacaré partido,
a lo que es capaz de alterar mi realidad
tan cuidada y organizada siempre
y bloquee mi cabecita que en ocasiones
da más importancia de la que debe.

Hoy será un día que teñiré de verde esperanza,
color que me favorece y me trae suerte.
Será un día verde y veré las cosas verdes.
No voy a dejar de agachar la cabeza
y volver a levantarla al igual que cada día
salgo de casa a buscarme la vida,
sea queriendo o sin querer.

Hoy valoraré lo que tengo, que no es poco,
y no lo que aspiro a tener,
agarraré con fuerza todo lo que amarré
y que trabajo costó en su día,
hoy tendré todo aquello que tengo
y que a diario no recuerdo…


CiUdAd

Desde la cima de mi montaña,
a diez mil pasos de toda humanidad,
tengo el resplandor de la ciudad
en la que vivo a día a día
y que ahí está, llena de lucecitas,
rodeada por la más absoluta oscuridad,
chiquita, ¡si hasta vulnerable parece cuando,
qué paradoja, estando en ella me absorbe,
se crece y me cubre aún sin que quiera!

Aislada de todo lo que la envuelve,
de todo lo que a su vez suele envolverme,
me siento cruzada de piernas ante ella
y la contemplo embelesada
aspirando el humo de mi cigarrillo
que dejo que escape entre mis labios,
y que entorpece mi visión de urbe
con un toque de aspecto nebuloso,
blancuzco, más espeso o menos,
que me encandila siempre.

Las mil historias que abajo se suceden,
ahora, mañana, infinitamente,
aquí arriba ni se ven ni se oyen ni se sienten;
la ciudad las guarda como tesoros
dentro de sus fronteras infranqueables
mientras yo quedo fuera de ellas,
en un segundo plano,
con mi cigarrillo casi ya consumido
y mi montaña particular.