Los días pasan y ya huele a primavera. Primavera inminente. Pasaron aquellos días de nubarrones con chubascos día sí y día también y por fin, desde hace unos días sale el sol tempranero a darnos los buenos días. Es increíble el efecto que puede producir en mí este tiempo en el que me levanto con buen humor y llego al curro con una sonrisa en la cara, animada, más contenta, ¡más viva!
Además es la época en que vuelven a retomarse actividades callejeras, en las terracitas, en los parques, fines de semana de campo y acampada. Los días se alargan y dejamos que el nacimiento de la vida nos abrume. ¡Maravillosa naturaleza! Miras con ojos distintos y la claridad parece cegarte con innumerables y exultantes colores que creíamos tener olvidados.
La siesta por supuesto que se hace indispensable, con el calorcito... apetecen las comidas frías, ligeras, bebidas refrescantes (jolín, ¡parece que estoy haciendo un anuncio!) en fin, es algo de lo que inevitablemente deberíamos aprender a disfrutar.
Además es la época en que vuelven a retomarse actividades callejeras, en las terracitas, en los parques, fines de semana de campo y acampada. Los días se alargan y dejamos que el nacimiento de la vida nos abrume. ¡Maravillosa naturaleza! Miras con ojos distintos y la claridad parece cegarte con innumerables y exultantes colores que creíamos tener olvidados.
La siesta por supuesto que se hace indispensable, con el calorcito... apetecen las comidas frías, ligeras, bebidas refrescantes (jolín, ¡parece que estoy haciendo un anuncio!) en fin, es algo de lo que inevitablemente deberíamos aprender a disfrutar.
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