Tus pisadas están en hojas secas
que los primeros fríos arrancaron.
Como ayer y anteayer
las oigo e ignoro.
En la oscuridad,
junto a mi ventana,
hay pisadas silenciosas
que cada noche se alejan
sin tocarla, convertidas
luego en borroso recuerdo
de primera hora de la mañana.
En nítido a última,
cuando ellas se prestan vacilantes
a mi pronto olvido.
martes, 4 de marzo de 2008
Pisadas Vacilantes
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